miércoles, 25 de febrero de 2015

Caperucita Roja

Ya era muy tarde cuando Caperucita llegó a casa de su abuela, llegaba sucia y con el corazón muy acelerado. Sorprendida, su abuela le preguntó qué había  sucedido y su nieta se sentó en la cama para calmarse mientras le iba contando:
Estaban cenando,de repente, entraron dos hombres que se llevaron a sus padres; Caperucita, asustada, se escondió debajo de la mesa para que no la secuestraran a ella también. Escuchó abrir y cerrar las puertas de un coche (que debía de ser el de los secuestradores), también un fuerte acelerón, que fue lo último que pudo escuchar.
Sin saber que había pasado, cogió su caperuza roja y se fue. 
Quería llegar a casa de su abuela, pero tenía que cruzar todo el bosque, que, como era de noche, estaba oscuro. No tardó mucho en perderse, y ya de los nervios, comenzó a correr y acabó cayendo por una ladera del bosque. Rodó y rodó hasta que llegó a una pequeña llanura que le sonaba bastante, pues ahí, a veces recogía las flores que le daba a su abuela. Vio a lo lejos unas luces que venían de la casa de ésta y así es como llegó, le dijo.
Su abuela no lo pensó más veces y fue a llamar al cazador, para que las ayudaran a encontrar a los padres de Caperucita.
Fueron a la casa dónde, anteriormente, se había producido el secuestro y se fijaron que en el suelo había marcas de neumático que dejara el coche. Siguieron las marcas, hasta llegar a una pequeña casa de caramelo. La puerta estaba cerrada, pero el cazador, con su hacha logró abrirla. Se encontraron con los dos secuestradores, medios dormidos alrededor de una mesa llena de comida, los agarraron y les hicieron hablar, le preguntaron quiénes eran y dónde estaban los padres de Caperucita. Éstos les dijeron que su madre era una bruja que comía niños, y que, el otro día llegaron unos que iban al mismo colegio que Caperucita y les dijeron que sus padres cocinaban muy bien, entonces la bruja, les mandó ir a buscarlos y traérselos para ver como cocinaban.
Mientras ellos hablaban, Caperucita entró a la cocina y vio allí a sus padres, cocinando para la bruja. La niña le dijo que si les dejaba marchar, ella  le traería todos los días comida, para que no se comiera a más niños ni secuestrara a más padres. La bruja cedió, entonces, se fueron a sus casas, como si nada hubiera pasado. Y como todos los cuentos acaban con un final feliz, este también.

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