Siempre me pasa lo mismo: es ver tus ojos azules y quedarme como absorto. Me pierdo en todos los ángulos de tu mirada, y no sé por qué. Lo mejor de todo es que no me importa. Es ver esos ojos y resolverse todas mis dudas. Son los segundos más bonitos de mi vida. Y es que tu retina ya está memorizada en la mía, con todas sus tonalidades de azules y negros, con todas las heridas del pasado.
Y llega un momento en el que te ríes, en el que cierras los ojos y me devuelves a la realidad, pero solo por un instante, ese segundo que pasa, ese fatídico segundo que tardas desde que cierras los ojos, hasta que tu pintalabios llama a las puertas de mi boca. Entonces la noto, y sé que tú también. Notas esa sensación extraña, esa especie de sensación urbana difícil de explicar, esa sensación de calor, esa sensación de fusión... creo que la gente lo llama amor. A mí me da igual el nombre. Siempre que estamos en esa situación, tú sobre mi boca, dejándome saborear ese sabor a humo de ese paraíso que es tu boca, siempre que estamos en esa situación, lo único que me importa eres tú.
Entonces acaricio tu pelo, paso cada uno de mis dedos, lentamente por tu cuello, me encanta esa especie de suspiro de echas cuando hago eso, y entonces, como si tuviese miedo a romperte pongo mis manos sobre tu figura y toco ese espacio de piel desnuda que hay desde tu sujetador asta tus shorts, los dos suspiramos, siento como si ardieses.
Entonces apartas tu boca y me miras a los ojos, esto es un no parar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Las palabras y las opiniones nos ayudan a enriquecernos. Los viajeros de esta expedición queremos llegar a nuestro destino mucho más ricos.