Hygge significa disfrutar de
las cosas suaves y calmadas absteniéndose de todo lo molesto que nos
rodea. Es una palabra danesa que da nombre a esta ciudad. En ella no
existe el estrés, el agobio o las prisas. Las personas viven a otro
ritmo, más calmado, más suave, disfrutando de las pequeñas cosas.
Los coches no tienen lugar en esta ciudad, su ruido nos agobia y nos
hace sentir molestos. La música, esa que nos relaja y nos hace
abstraernos de nuestros problemas, suena por cada rincón de Hygge;
desde la clásica de Mozart, hasta la romántica de Chopin. En esta
ciudad hay naturaleza por todos lados, mires donde mires encuentras
esos tonos que sólo la naturaleza puede crear. Es una ciudad feliz,
alegre, positiva, optimista, ¿quién no querría estar aquí? No hay
grandes edificios, su altura nos hace sentir pequeños y
despreciables. Las diferencias sociales no tienen presencia aquí,
nadie es más que nadie, todos tenemos los mismos derechos y las
mismas obligaciones. El buen tiempo es algo muy característico en
este lugar, siempre acaba saliendo el sol aunque haya llovido, es
como una metáfora de la vida misma. Lo mejor de esta ciudad es ir
por el bosque y perderte, porque perdido, te acabas encontrando a ti
mismo; a tus miedos, para poder superarlos, a tu valentía, para
sacarla a la luz, y a tu yo interior, el que te guía y te acompañará
siempre. En los bosques hay muchos pequeños ríos de aguas
cristalinas, donde peces y humanos se divierten en perfecta armonía.
Os preguntaréis, ¿dónde
está esa ciudad? Muy fácil: Hygge está en cada uno de nosotros, en
nuestra mente y pensamiento. Hygge la creamos nosotros mismos con
nuestro carácter y nuestra forma de ser. Podemos convertir el lugar
más angosto en el lugar más bello y calmado. Hygge la creamos, y a
Hygge la destruimos. Esta pequeña ciudad depende de nosotros, pero
también nosotros dependemos de ella.
Quiero vivir en Hygge...
ResponderEliminarYo también! Enhorabuena, Alejandra, por escribir tan maravillosamente bien!
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