Mi ciudad no es como otra cualquiera; en ella, el ambiente es oscuro.
Cuando vas por la calle los perros te ladran, no estoy a gusto. Cada vez que salgo a la calle, mi alegría desaparece por completo.
Larconta es poco alegre pero, tiene un bonito y verde descampado, tiene una plaza muy bien cuidada pero muy seria.
Hace años se respiraba tranquilidad, pero después de la guerra... Ya nada es lo mismo, los pájaros no cantan, las nubes son negras como un día de entierro, las flores, caídas, desesperadas, desesperadas por Larconta... Ahora no es más que una ciudad después de una guerra, con mucho qué hacer, muchas reformas, pero no reformas solo físicas, si no, también, psicológicas.
De pequeño, mis padres disfrutaban de Larconta, no se iban de vacaciones, sino que veraneaban ya en el mismo lugar por amor a su ciudad.
Ahora yo vivo en una asquerosa ciudad devastada de la cual me quiero marchar.
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