EMILIANO. Las siete de la tarde y entré aquí a las doce y media... Hoy es cuando me echan a mí del noble Cuerpo de Carteros, Peatones y Similares, recientemente construido. Pierdo el empleo como mi abuelo. Pero yo no me voy de aquí sin que me firmen el certificado y sin enterarme de lo que ocurre en esta casa. (Dentro, en la derecha, se oyen unos ayes lastimeros. EMILIANO se levanta sin querer, sobresaltado, y enseguida vuelve a sentarse.) Otra vez los ayes... Seis horas y media de ayes. He llegado a pensar si estarán asesinando a alguien; pero o son asesinos muy torpes o no me explico cómo se puede tardar seis horas y media en asesinar a nadie. A no ser que estén asesinando a un orfeón... Por otro lado, la casa me parece muy honorable, y, al mismo tiempo, esto de que sus habitantes no me hagan caso... (Por la izquierda sale CATALINA, que es una doncella de servicio de la casa. EMILIANO se levanta con ánimo de hablarle y de que la atienda.) Joven... Pchs... Joven... (CATALINA cruza la escena sin hacerle caso, hablando sola, preocupadísima.)
CATALINA. ¡Válgame Dios!... ¡Válgame Dios!... ¡Válgame la Santísima Virgen!...
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