viernes, 11 de marzo de 2016

La s ciudades de Claudio Rodríguez


Ciudades en la vida de Claudio Rodríguez

Claudio Rodríguez , nace un 30 de enero de 1934 en Zamora y muere en Madrid el 22 de julio de 1999.
Fue un niño de la Guerra Civil y la posguerra , lo que dejaría huella en su obra.
En 1951, cuando contaba 17 años se traslada a Madrid para iniciar sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Complutense.
En 1957 presenta su tesis de Licenciatura y  ese mismo año viaja a Inglaterra para trabajar como lector de español en la Universidad de Nottingham  (desde 1958 hasta 1960) y en la de Cambridge después (1960-1964).
Regresa a Madrid en 1965, donde se dedica a la enseñanza Universitaria.

Obra y reconocimiento

Obtuvo numerosos premios a lo largo de su vida pero destacamos el “Premio  Adonais” que consigue con apenas 19 años con “ Don de la Ebriedad”  y en 1993 le conceden el “Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
En 1983 se edita “ Desde mis poemas”, que es un libro recopilatorio de toda su obra.
Pero su último libro de poemas  fue “ Casi una leyenda” de 1991.

Su generación

Estableció amistad con otros poetas de su generación, como Vicente Aleixandre, Ángel González, Carlos Bousoño, Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y José Ángel Valente, todos ellos integrantes de un grupo que, años después, iba a ser conocido como Generación del 50.
Esta poesía se caracteriza porque tiene un acercamiento a las cosas humanas de ahí el concepto de “rehumanización” que alude  a situar la poesía en la vida del hombre. Combina la crítica social, con los temas humanos como el amor, la muerte, el paso del tiempo o la propia creación poética.

POEMA I DE “DON DE LA EBRIEDAD”

SIEMPRE la claridad viene del cielo 
es un don: no se halla entre las cosas 
sino muy por encima, y las ocupa 
haciendo de ello vida y labor propias. 
Así amanece el día; así la noche  5 
cierra el gran aposento de sus sombras. 

Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados 
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda 
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega 
y es pronto aún, ya llega a la redonda 10 
a la manera de los vuelos tuyos 
y se cierne, y se aleja y, aún remota, 
nada hay tan claro como sus impulsos! 

Oh, claridad sedienta de una forma, 
de una materia para deslumbrarla 15 
quemándose a sí misma al cumplir su obra. 
Como yo, como todo lo que espera.   
Si tú la luz te la has llevado toda, 
¿cómo voy a esperar nada del alba?

Y, sin embargo –esto es un don-, mi boca 20
espera, y mi alma espera, y tú me esperas 

ebria persecución, claridad sola 
mortal como el abrazo de las hoces, 

pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.

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