martes, 10 de marzo de 2015

Un horario muy rígido.

Nadie la pudo abrir, la puerta estaba muy bien cerrada.
Un camarero muy apuesto se acercó y así le hablaba:
<<¡Oh querido cliente! que en mala hora llegó, cuando menos lo esperaba.
Abriros lo prohibe el jefe, porque yo ya cerraba,
Bajo ninguna razón podré atender esta barra;
me quitarán, si lo hago, mi contrato y la paga, 
e incluso me negarán hasta el seguro con el que contaba.
Si me causa ese daño, oh cliente, no ganará nada.
Mejor acuda a otro bar donde no le nieguen la entrada>>.
Y cuando acabó de hablar, el camarero cerró con llave mientras le miraba.

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