Nadie la pudo abrir, la puerta estaba muy bien cerrada.
Un camarero muy apuesto se acercó y así le hablaba:
<<¡Oh querido cliente! que en mala hora llegó, cuando menos lo esperaba.
Abriros lo prohibe el jefe, porque yo ya cerraba,
Bajo ninguna razón podré atender esta barra;
me quitarán, si lo hago, mi contrato y la paga,
e incluso me negarán hasta el seguro con el que contaba.
Si me causa ese daño, oh cliente, no ganará nada.
Mejor acuda a otro bar donde no le nieguen la entrada>>.
Y cuando acabó de hablar, el camarero cerró con llave mientras le miraba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Las palabras y las opiniones nos ayudan a enriquecernos. Los viajeros de esta expedición queremos llegar a nuestro destino mucho más ricos.