Los soldados del comandante dicen a voces que abran,
pero están dentro con miedo, y no responden palabra.
Bajó el comandante del todoterreno y a la puerta se acercaba.
Nadie la pudo abrir, que estaba muy bien cerrada.
Una persona mayor se acercó y así hablaba:
¡Oh soldado, que en buena hora ceñiste el arma!
Abriros lo prohíbe el presidente, anoche llegó su carta
con advertencias muy graves, afirmaba:
bajo ninguna razón podremos darle esperanza,
nos quitarán, si lo hacemos, nuestros bienes y casas,
incluso nos llevarán nuestros hijos, nuestros bienes y ganancias.
Si nos causáis ese daño, no ganaréis nada.
Mejor que volváis a vuestra morada.
Y cuando acabó de hablar, la persona tornó a su casa.
Y de la puerta se alejó y del pueblo pasaba;
y llegó a la base a pensar una nueva amenaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Las palabras y las opiniones nos ayudan a enriquecernos. Los viajeros de esta expedición queremos llegar a nuestro destino mucho más ricos.