lunes, 2 de marzo de 2015

El Cantar de Mi Poseidón

Los conejos de mi Poseidón dicen a gritos que abran,
pero están dentro con horror, y no dicen palabra.
Aguijó Poseidón a su jabalí y a la puerta se acercaba;
el Tridente sacó del estribo y la puerta golpeaba.
Nadie la pudo abrir, que estaba muy bien cerrada.
Una ardilla de cuatro años se acercó y así le hablaba:
«¡Oh Salvador, que en buena hora tu tridente clavabas!
Abriros lo prohíbe el rey, anoche llegó su paloma mensajera apurada,
con advertencias muy graves, con lacre real sellada:
bajo ninguna razón podremos daros posada;
nos quitarán, si lo hacemos, nuestros cachorros y las madrigueras mojadas,
e incluso nos sacarán los ojos de nuestras caras.
Si nos causáis este daño, ¡Oh Poseidón!, no ganaréis nada.
Mejor que os ayude Zeus con toda su gracia santa».
Y cuando acabó de hablar, la ardilla retornó a su morada.
Comprende Poseidón que es del rey de quien ya no tiene gracia.
Y se alejó de la puerta, por el pueblo veloz pasaba;
y llegó a Santa María; allí del jabalí bajaba,
allí se hincó de rodillas,y emocionado rezaba.
Terminada su oración, Poseidón de nuevo cabalga.
                                        

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