Enterrando
el pasado por siglos,
en
la sangre de alumnos y niños,
en
la vida muchos se ocultan,
en
la vida todos se encuentran el humo,
en
mi vida está la pérdida.
Las
heridas y el dolor
por
ese gas tenue,
por
ese dolor amargo y angosto
que
me aprisiona los ojos
y
me escuece el pecho.
Lo
único que me desespera,
es
la pérdida de la infancia en pulmones heridos,
en
vientres dañados,
en
gargantas destrozadas.
En
almas arrancadas de sus alas por el demonio.
Ese
gran demonio que masca chicle
y
apaga a colilla con él.
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