Una ciudad donde las nubes fuesen el mar, y no la mentira de su reflejo, donde el fuego fuese frío y húmedo, y el agua causase destrucción y no fuese deseada. Una ciudad donde los padres fuesen hijos y los hijos padres. Donde la felicidad fuese método de pago y no el dinero. Un lugar donde una sonrisa valiese más, mucho más que un trozo de papel. Una ciudad donde ni desahucios, ni robos, ni asesinatos existiesen, donde todo el mundo pudiese ser feliz, que nadie tuviese que tener miedo a nada ni a nadie. Una ciudad sin racismo, a fin de cuentas un color u otro no tiene que ser insulto a nadie.
Me gustaría una ciudad donde los textos comenzasen por el final y acabasen en el principio. Bueno, mi ciudad es un tanto extraña, pero para mí, perfecta. En este viaje de letras, palabras, os voy a enseñar mi ciudad.
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Las palabras y las opiniones nos ayudan a enriquecernos. Los viajeros de esta expedición queremos llegar a nuestro destino mucho más ricos.