lunes, 14 de marzo de 2016

El café

Y notó baja su mirada,
creyó ver destellos
de una luz oscura en sus tinieblas,
lanzó al olvido
todas aquellas tardes de café.
Cerró los ojos
y, como un suspiro,
noté vibrar la sangre caliente de sus labios,
como el aleteo de una paloma,
juró no volver a verle.
Maldijo el café,
aquellas tardes de sobras
y aquellos versos jamás escritos.
Un beso roto es como un millón de luces apagadas".

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