Llegué allí sin saber cómo. Huyendo de aquel infierno que me perseguía desde hace años... Era una ciudad aparentemente tranquila, ausente, incluso podría decir que muerta. No estaba segura de cuál era el motivo exacto por el cuál seguía allí, pero lo que sí sabía era que ese lugar era lo que buscaba, era mi lugar.
Un silencio que me despertaba a cada instante en aquella ciudad fantasma, no me importaba, no tenía miedo a la soledad, Denerys era mi compañía, mi única compañía.
No podía ver la luna, ni las estrellas. Tampoco podía ver nunca el sol, ese sol que antes iluminaba mis ojos con sus reflejos, lo echaba de menos, sí, pero tampoco lo necesitaba verdaderamente. Era feliz con la frialdad de aquel lugar, podía ver en cada ocaso como aquellas frondosas nubes que se adentraban entre las altas montañas. Me gustaba, sentía una reconfortante tranquilidad. Sin lugar a dudas había encontrado un lugar perfecto, mi lugar.
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