martes, 26 de abril de 2016

La podré sentir un minuto más cerca

Y ahora cojo en teléfono y marco su número. Todavía no tengo muy claro que es lo que quiero, quizá solo sea escuchar su voz, o imaginarme que todo sigue igual. Descuelga. Le digo hola, si quiere que nos veamos y tomemos un café o algo por el estilo. Ella suspira, yo le digo que solo quiero hablar, como antes. Miento. Entonces, entre dientes creo reconocer un "vale" muy forzado. Cuelgo. Me rio, me rio mucho. Me dijo que sí, que podría pasarme unos días o quizá una semana ilusionado. Entonces, me doy cuenta. No dijimos ni fecha ni hora. Me siento imbécil. ¿Quién soy yo para reprocharle algo? Entonces recuerdo como solían ser las cosas. Siempre pienso que algún día dejaré de comemer la cabeza. ¿Por qué miento tanto? Se lo preguntaré en la próxima llamada, ¿a quién quiero engañar? (quizá a mí mismo) Todos sabemos que habrá próxima llamada, próximo café en el aire, me planteo convertirlo en rutina. Quizá una vez por semana. Quizá lo ponga un viernes. La llamo, le pido un café donde antes, me dice un sí sin concretar. Seguramente me pase la semana esperando que llegue el viernes. Qué ilusión, al menos la podré sentir un minuto más cerca.

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